La fiscalía del este de Nueva York acusó hoy a nueve individuos, que operaban 14 tiendas de la cadena 7-Eleven en esta ciudad y Virginia, de forzar a más de 50 inmigrantes indocumentados a trabajar y vivir en estado de semiesclavitud.
De acuerdo con documentos de la corte, los acusados forzaban a los trabajadores a laborar entre 80 y 100 horas a la semana, y luego les quitaban parte de su salario, que los supervisores recibían directamente de las oficinas centrales de la cadena.
Los acusados alojaban además a los inmigrantes en residencias que controlaban, por lo que les cobraban una suma adicional de dinero de su sueldo.
Los operadores de estas tiendas usaban documentos de identidad robados, e incluso de personas fallecidas y de niños, con el fin de aparentar que los trabajadores contaban con un estatus migratorio legal.
Según autoridades federales, el caso podría ser la mayor investigación criminal para un caso de inmigración en la historia de Estados Unidos, e incluye revisiones a todas las tiendas de la cadena 7-Eleven en el país.
"Los acusados tenazmente explotaban empleados inmigrantes, robando sus sueldos y requiriéndoles que vivieran en pensiones no reguladas, creando en efecto un sistema moderno de plantaciones", de acuerdo con Loretta Lynch, fiscal del distrito este de Nueva York.
La referencia al sistema de plantaciones, usado en la época de la esclavitud en Estados Unidos, fue reforzado por James Hayes, agente federal a cargo de la investigación, quien aseguró que el esquema de explotación fue mantenido por 13 años.
"Este esquema criminal tuvo un vasto efecto en detrimento tanto de los empleados que eran explotados y a quienes se robaba su salario, como de los 25 ciudadanos estadunidenses cuyas vidas fueron afectadas por el robo de sus identidades", afirmó Hayes.
De ser encontrados culpables, los acusados podrían recibir hasta 20 años de prisión.
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