Tras la debacle
causada por la suspensión de dos empleados por hablar español en una tienda
Whole Foods ubicada en Nuevo México, la empresa de comida orgánica y saludable,
se vio obligada a cambiar su política de empresa.
Tras la
suspensión de dos empleados, de nombre Bryan Baldizan y Lupe Gonzalez, por
hablar en el idioma español dentro de las instalaciones de la empresa, Whole
Foods se vio obligada a cambiar su política respecto al uso del idioma español.
En una carta
abierta en el blog de la empresa, el CEO Walter Robb insistió en que la
suspensión de Lupe y Bryan fue por un “comportamiento no aceptable”, no por
hablar en su idioma nativo.
Sin embargo, casi
el 50% de los habitantes de Nuevo México son de origen latino. Muchos de ellos
hablan y se comunican en español.
Por esto, la Liga
de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos llamó a un boycott contra la tienda de
supuestas raíces “hippies” e incluyentes. Ante esta perspectiva, Whole Foods se
vio forzada a cambiar las reglas corporativas, casi a regañadientes.
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