Durante más de una semana la Casa Blanca advirtió que la intervención militar contra Siria era inminente. Sin embargo, la decisión inesperada de solicitar autorización al Congreso anunciada por el presidente Barack Obama representa una apuesta arriesgada que puede tener efectos devastadores en su credibilidad si al final no hay intervención en respuesta al mortal ataque con armas químicas en el que se cruzó "la línea roja" de la que él mismo habló.
La sorpresiva rectificación también provoca dudas acerca de la firmeza con que el presidente toma decisiones y puede alentar a los líderes de Siria, Irán, Corea del Norte y cualquier otro país a pensar que Obama no respalda sus palabras con acciones concretas.
En un mensaje emitido el sábado a toda prisa en la Casa Blanca, el presidente sostuvo que tiene las facultades para ordenar el ataque. Pero ante la posibilidad de que la intervención sea reprobada por muchos estadounidenses, el comandante en jefe optó por compartir la responsabilidad y pedir a los congresistas que lo apoyen.
El giro de Obama puede traer grandes consecuencias, tanto en Estados Unidos como en el exterior. El rechazo del Congreso a la intervención militar sería una derrota humillante para un presidente en su segundo mandato que aún batalla para tener influencia en Washington. También podría debilitar su prestigio internacional en un momento en que hay dudas sobre la influencia estadounidense, particularmente en el mundo árabe.
Una encuesta de NBC levantada la semana pasada arrojó que pese al ataque con armas químicas lanzado por el régimen sirio, 50% de los consultados opina que Estados Unidos no debe tomar represalias contra el gobierno, mientras 42% cree que sí. Sólo 21% opinó que un ataque contra Siria es un asunto de interés nacional.
Los asesores de Obama no han dicho que hará el presidente si el Congreso no aprueba la intervención. Si lanza la intervención pese al rechazo podrá decir que mientras los legisladores obstruyen sus planes un autócrata puede matar civiles sin sufrir consecuencias.
No está claro que tan efectivo será ese enfoque dado que Obama ha dudado en involucrarse en la larga guerra civil siria. Más de 100.000 personas han muerto durante los combates entre el ejército y las fuerzas rebeldes que tratan de derrocar al mandatario Bachar Assad. Fue el propio presidente quien declaró el año pasado que se cruzaría una "línea roja" si Assad usaba su arsenal de armas químicas.
Funcionarios de Estados Unidos sostienen que eso ha sucedido en numerosas ocasiones en este año, la más reciente el 21 de agosto en los suburbios de Damasco. De acuerdo con el gobierno de Estados Unidos más de 1.400 personas murieron en el ataque con gases, entre ellas, 426 niños.
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