El ejército y la policía de Kenia mantenían sitiado el domingo un lujoso centro comercial y sostenían tiroteos esporádicos con los extremistas islámicos que lo mantienen tomado y donde tienen un número indeterminado de rehenes. La cifra de muertos por el ataque a granados y disparos de la víspera se elevó a 59, entre ellos un médico peruano.
Los atacantes pasaron la noche dentro del centro comercial. Desde el interior del edificio, los milicianos hacían disparos hacia las fuerzas de seguridad la mañana del domingo.
Citando a fuentes de la policía, la Cruz Roja de Kenia informó en un comunicado que 49 personas estaban desaparecidas. Las autoridades no informaron si ese es el número de rehenes. Entre los muertos hubo niños y también hubo 175 heridos, informó un ministro keniano.
"La prioridad es salvar tantas vidas como sea posible", dijo Joseph Lenku, ministro del Interior de Kenia, con la intención de tranquilizar a las familias de los rehenes. Las fuerzas de seguridad ya han rescatado a unas mil personas.
Entre las víctimas había varios extranjeros, entre ellos estadounidenses, franceses, un chino y varios canadienses. La cancillería peruana confirmó la muerte un médico especializado en enfermedades tropicales y funcionario jubilado de la Unicef.
Ricardo Ortiz, hijo del doctor Juan Ortiz-Iruri, de 63 años, declaró a la radio limeña RPP que su padre ingresaba al centro comercial con su hermana de 13 años, nacida en Estados Unidos, cuando se desató el tiroteo.
"La versión de mi hermana es que lamentablemente mi papá cayó al piso y no daba señales de vida", dijo Ricardo Ortiz. "Mi hermana está fuera de peligro, pero tiene lesiones en una mano... la operaron y estará en observación hasta el lunes", añadió.
El peruano fallecido había trabajado para la Unicef, además de Kenia, en Malawi, Zimbabue y Liberia. Vivía en África desde hace 25 años.
Entre 10 y 15 atacantes aún se encontraban el domingo dentro del centro comercial y las fuerzas de seguridad kenianas controlan las cámaras de seguridad del sitio, dijo Lenku.
Una fuerza de policías y soldados rodeó el centro comercial Westgate, que es frecuentado por extranjeros y kenianos adinerados. Un fotógrafo de The Associated Press vio que los efectivos militares llevaban un lanzacohetes al centro comercial, un arma muy pesada para usarse en una crisis de rehenes.
El antiguo primer ministro Raila Odinga dijo a la prensa que fuentes oficiales le contaron que era imposible saber con exactitud el número de personas retenidas. "Hay muchos rehenes en el tercer piso y el sótano, ahí los terroristas siguen a cargo de la situación", dijo.
Al-Shabab, un grupo islámico somalí vinculado con al-Qaeda asumió la responsabilidad del ataque, en el que se usaron granadas y fusiles de asalto, en un atentado dirigido contra no musulmanes. Los rebeldes dijeron que el hecho fue una represalia por la incursión del ejército keniano a Somalia en 2011 y amenazaron con lanzar nuevos ataques.
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