Las mejores jugadas de Iverson fueron mostradas una vez más en la enorme pantalla, mientras los aficionados incondicionales de los 76ers de Filadelfia y la leyenda del equipo Julius Erving miraban al jugador con el número tres, cuando estaba en plenitud. Todo ello quedó en el pasado.
"Siempre sentí que era genial ser yo", dijo Iverson.
Iverson anunció el retiro el miércoles en el Wells Fargo Center, sitio en el que escenificó tantos momentos dignos del Salón de la Fama. Guio a los Sixers a la serie final de la NBA en 2001, ganó cuatro títulos de mejor anotador, se enfrentó al ex entrenador Larry Brown y fue una presencia perenne en el Juego de Estrellas. Sólo faltó un título de campeonato en una carrera que lo coloca para siempre entre los más grandiosos jugadores de la liga.
El armador con talla menor a la normal para la posición, pero con un corazón inmenso, encajó perfectamente en una ciudad que valora la autenticidad y el vigor tanto como la producción.
"Siempre seré un Sixer, hasta que muera", agregó Iverson.
El atleta de 30 años no había participado en un partido de la NBA desde el 20 de febrero de 2010, en su segunda —y corta— época con los Sixers. Iverson, de 1,82 metros (seis pies) y casi 75 kilogramos (165 libras) jugó además con Denver, Detroit y Memphis en una carrera de 14 años en la que ocupa el 19mo lugar en la lista de anotadores con 24.368 puntos.
También jugó en Turquía antes de darse cuenta que las puertas de la NBA no se abrirían nuevamente para él.
"Yo pensaba que una vez que llegara este día, sería básicamente un día trágico", comentó Iverson. "Nunca imaginé que llegaría el día, pero sabía que vendría. Me siento orgulloso y feliz de decir que estoy contento con mi decisión y me siento estupendo".
Iverson proclamó siempre su amor por Filadelfia, los aficionados y los Sixers, y juró que quería terminar su carrera con la franquicia que lo convirtió en la primera selección general del draft de 1996.
Se enfrentó en forma intrépida contra jugadores casi 30 centímetros (un pie) más altos que él, jugó superando incontables lesiones e inyectó el dinamismo en la que era una franquicia más bien anodina. Transformó a los 76ers de perdedores a contendientes, aunque no pudo dar un título de la NBA a una ciudad hambrienta de campeonatos. Estuvo cerca en 2001, cuando los 76ers perdieron ante los Lakers de Los Angeles en la final.
Iverson fue casi indiscutiblemente uno de los cuatro jugadores más grandiosos de los Sixers, con un historial brillante que lo coloca junto a Erving, Wilt Chamberlain y Charles Barkley. Su camiseta con el número tres fue de las más vendidas en todo el mundo.
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