Luto, indignación y enojó causó la ejecución por parte de un
grupo de policías nerviosos del niño Andy Lopez en el condado de Sonoma,
California.
Andy Lopez Cruz, un niño de 13 años de edad, asistía a la
escuela, en donde también jugaba basketball y tocaba la trompeta. Al regresar
de su casa con un arma de juguete que disparaba “balas” de plástico, fue
interceptado y acribillado por un oficial de policía, quien en su estupidez no
pudo distinguir un arma de plástico de una de verdad.
El niño fue ultimado en Moorland Avenue, al este de la
Autopista 101. Se encontraba apenas a unos cientos de metros de su casa.
El juguete pertenecía a un amigo de Andy, con quien gustaba
de jugar acompañado de otro grupo de amigos. Los oficiales no tomaron en cuenta
que estaban enfrentando a un menor y que el arma no era verdadera, señalan los
familiares.
Amigos y familia de Andy han comenzado a hacer memoriales
tanto en la escuela en donde estudiaba el octavo grado como en el lugar donde
fue acribillado. Animales de peluche, velas, flores y un arma de juguete han
sido dejados como ofrenda.
Aunque no se han especificado el número de impactos de bala
que recibió Andy, los oficiales de policía han señalado en su reporte que tras
derribarlo, fue esposado primero y después comenzaron “maniobras para
resucitarlo”.
El niño, quien es recordado por sus maestros como una
persona “amable, inteligente y capaz”, murió en el lugar de los hechos.
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