El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, dijo el miércoles que no habrá conversaciones formales sobre el proyecto de reforma inmigratoria aprobado por el Senado, una nueva señal del liderazgo republicano de que el tema no será tratado en lo que resta del año.
La lenta y relativamente tranquila muerte de la legislación se produce más de cuatro meses después de que el Senado, en una votación bipartidista, aprobó un proyecto de largo alcance que proporcionaría un mecanismo para la naturalización de 11 millones de inmigrantes que viven sin autorización legal en el país y reforzaría la seguridad fronteriza.
La fanfarria que rodeó ese proyecto de ley fue anulada por una fuerte oposición entre las filas republicanas de la Cámara de Representantes, que rechazan un enfoque integral y cuestionan ofrecer la ciudadanía a personas que violaron las leyes de inmigración de Estados Unidos para estar en este país. Los republicanos que aspiran a refrendar su escaño también están recelosos de que les surjan competidores en las primarias desde la derecha.
Una de las señales más claras de que cualquier medida era improbable fue la noticia de que el senador de ascendencia cubana Marco Rubio, el republicano por Florida que trabajó durante meses en el proyecto del Senado, había abandonado el enfoque integral. Rubio había resistido presión política de los conservadores después de la aprobación en el Senado del proyecto de ley de inmigración.
Boehner enfatizó el miércoles en el Congreso que quiere afrontar el asunto por partes y no de manera global. Se negó a responder cuando le preguntaron si habría una votación en la cámara este año o si el tema pasará a 2014, en que la atención política que se le prestará a las elecciones para el Congreso disminuye aún más las posibilidades de que se actúe al respecto.
En tanto, el presidente Barack Obama y líderes religiosos concordaron en que la reforma de las leyes inmigratorias es un imperativo moral y se comprometieron a presionar al Congreso para que voten sobre el tema, dijo la Casa Blanca.
Ocho líderes de organizaciones confesionales se reunieron con Obama, el vicepresidente Joe Biden y altos funcionarios de la presidencia para tratar de mantener la presión sobre los legisladores.
Los dirigentes religiosos dijeron que el sistema vigente perjudica a las familias en sus feligresías, dijo la Casa Blanca, en una lectura de las actas de la reunión.
El enconado enfrentamiento de los republicanos con el presidente Obama en torno al presupuesto y el hecho de que el país haya estado a punto de caer en la mora de pagos de su deuda hicieron enfurecer aún más a los republicanos de la cámara baja, que se han resistido a cualquier maniobra que pudiera darle a Obama una reforma en las leyes que regulan la inmigración, el tema más importante de su agenda interna en su segundo período en el gobierno.
El representante Kevin McCarthy, tercero en la jerarquía republicana en la cámara baja, dijo la semana pasada que no habría votación este año.
"La idea de que vamos a tomar un proyecto de ley de 1.300 páginas que nadie había leído nunca, que es lo que hizo el Senado, no va a ocurrir en la Cámara de Representantes y francamente dejaré bien claro que no tenemos intención de jamás conferenciar sobre el proyecto de ley del Senado", declaró Boehner a periodistas en una conferencia de prensa.
Dijo que el representante Robert Goodlatte, el presidente republicano de la Comisión Judicial de la cámara baja, trabaja en "una serie de principios para ayudar a que nos guíen a medida que hacemos frente a esta cuestión".
La Comisión de Asuntos Jurídicos de la Cámara de Representantes ha aprobado proyectos de ley que tratan algunas cuestiones aisladas relacionadas con el tema, pero no se los ha sometido a votación a pesar de la intensa presión de grupos religiosos, empresarios, sindicatos y partidarios de los inmigrantes.
La lenta y relativamente tranquila muerte de la legislación se produce más de cuatro meses después de que el Senado, en una votación bipartidista, aprobó un proyecto de largo alcance que proporcionaría un mecanismo para la naturalización de 11 millones de inmigrantes que viven sin autorización legal en el país y reforzaría la seguridad fronteriza.
La fanfarria que rodeó ese proyecto de ley fue anulada por una fuerte oposición entre las filas republicanas de la Cámara de Representantes, que rechazan un enfoque integral y cuestionan ofrecer la ciudadanía a personas que violaron las leyes de inmigración de Estados Unidos para estar en este país. Los republicanos que aspiran a refrendar su escaño también están recelosos de que les surjan competidores en las primarias desde la derecha.
Una de las señales más claras de que cualquier medida era improbable fue la noticia de que el senador de ascendencia cubana Marco Rubio, el republicano por Florida que trabajó durante meses en el proyecto del Senado, había abandonado el enfoque integral. Rubio había resistido presión política de los conservadores después de la aprobación en el Senado del proyecto de ley de inmigración.
Boehner enfatizó el miércoles en el Congreso que quiere afrontar el asunto por partes y no de manera global. Se negó a responder cuando le preguntaron si habría una votación en la cámara este año o si el tema pasará a 2014, en que la atención política que se le prestará a las elecciones para el Congreso disminuye aún más las posibilidades de que se actúe al respecto.
En tanto, el presidente Barack Obama y líderes religiosos concordaron en que la reforma de las leyes inmigratorias es un imperativo moral y se comprometieron a presionar al Congreso para que voten sobre el tema, dijo la Casa Blanca.
Ocho líderes de organizaciones confesionales se reunieron con Obama, el vicepresidente Joe Biden y altos funcionarios de la presidencia para tratar de mantener la presión sobre los legisladores.
Los dirigentes religiosos dijeron que el sistema vigente perjudica a las familias en sus feligresías, dijo la Casa Blanca, en una lectura de las actas de la reunión.
El enconado enfrentamiento de los republicanos con el presidente Obama en torno al presupuesto y el hecho de que el país haya estado a punto de caer en la mora de pagos de su deuda hicieron enfurecer aún más a los republicanos de la cámara baja, que se han resistido a cualquier maniobra que pudiera darle a Obama una reforma en las leyes que regulan la inmigración, el tema más importante de su agenda interna en su segundo período en el gobierno.
El representante Kevin McCarthy, tercero en la jerarquía republicana en la cámara baja, dijo la semana pasada que no habría votación este año.
"La idea de que vamos a tomar un proyecto de ley de 1.300 páginas que nadie había leído nunca, que es lo que hizo el Senado, no va a ocurrir en la Cámara de Representantes y francamente dejaré bien claro que no tenemos intención de jamás conferenciar sobre el proyecto de ley del Senado", declaró Boehner a periodistas en una conferencia de prensa.
Dijo que el representante Robert Goodlatte, el presidente republicano de la Comisión Judicial de la cámara baja, trabaja en "una serie de principios para ayudar a que nos guíen a medida que hacemos frente a esta cuestión".
La Comisión de Asuntos Jurídicos de la Cámara de Representantes ha aprobado proyectos de ley que tratan algunas cuestiones aisladas relacionadas con el tema, pero no se los ha sometido a votación a pesar de la intensa presión de grupos religiosos, empresarios, sindicatos y partidarios de los inmigrantes.
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