Una pareja de Pensilvania creyente en la sanación mediante la fe fue sentenciada el miércoles a entre tres y medio y siete años de prisión por la muerte de un segundo hijo al que no llevaron al médico a pesar de que tenía neumonía.
Herbert y Catherine Schaible desafiaron una orden judicial para que les consiguieran tratamiento médico a sus vástagos después que su hijo Kent, de 2 años, murió en 2009. En lugar de ello, intentaron orar por su hijo Brandon, de ocho meses, el año pasado hasta que también falleció de neumonía curable.
"Mis creencias religiosas son que uno debe orar y no tener que utilizar medicina. Pero como va en contra de la ley, entonces aceptaré cualquier sentencia que usted me dé", dijo Catherine Schaible al juez, y añadió que sus creencias ahora son distintas.
Los Schaible, ella de 44 años y él de 45, son miembros de tercera generación de una pequeña comunidad pentecostal, la Iglesia del Evangelio del Primer Siglo, en el noreste de Filadelfia, donde también daban clases en la escuela del templo. Les quedan otros siete hijos.
El juez Benjamin Lerner rechazó los argumentos de la defensa de que sus creencias religiosas "chocaban" con la orden judicial del 2011 para hacerles evaluaciones médicas anuales a sus hijos y llamar a un doctor si uno de ellos se enfermaba. La orden fue emitida después que un jurado los declaró culpables de homicidio imprudencial en el caso de la muerte de Kent, y fueron sentenciados a 10 años de libertad condicional.
"Abril de 2013 no era el momento de Brandon para morir", dijo Lerner, al tiempo que hizo notar la violencia cometida a través de la historia humana en nombre de la religión. "Ustedes mataron a dos de sus hijos... No Dios. No su Iglesia. No la devoción religiosa. Ustedes".
Los expertos dicen que aproximadamente una decena de niños estadounidenses mueren cada año al intentárseles curar por medio de la fe.
Los Schaible son la inusual pareja que pierde un segundo hijo de esa forma. Su pastor, Nelson Clark, culpó de la muerte de Kent a una "carencia espiritual" en la vida de los padres, e insistió en que ellos nunca buscarían atención médica, incluso si otro de sus hijos estuviera moribundo.
"Para mí era previsible que esto iba a ocurrir", dijo Joanne Pescatore, vicefiscal de distrito, que emprendió acciones judiciales en ambos casos. "Todo el mundo en el sistema le falló a estos niños".
Después de la primera muerte, ella y la abogada de oficio Mythri Jayaraman coincidieron en que las creencias de la pareja estaban tan arraigadas que sus hijos seguían en riesgo, por lo que le solicitaron al juez anterior que la familia fuera supervisada por un trabajador del Departamento de Servicios Sociales.
En lugar de ello, el juez los asignó a la supervisión de funcionarios de libertad condicional, que no están entrenados para monitorear el bienestar infantil.
Pescatore ha dicho que los síntomas de Brandon eran "pavorosamente similares" a los de Kent, incluida la respiración con dificultad y su negativa a comer.
"Nosotros creemos en la sanación divina, en que Jesús derramó su sangre para que sanáramos y en que murió en la cruz para romper el poder del demonio", dijo Herbert Schaible en una declaración ante la policía en 2013.
Herbert y Catherine Schaible desafiaron una orden judicial para que les consiguieran tratamiento médico a sus vástagos después que su hijo Kent, de 2 años, murió en 2009. En lugar de ello, intentaron orar por su hijo Brandon, de ocho meses, el año pasado hasta que también falleció de neumonía curable.
"Mis creencias religiosas son que uno debe orar y no tener que utilizar medicina. Pero como va en contra de la ley, entonces aceptaré cualquier sentencia que usted me dé", dijo Catherine Schaible al juez, y añadió que sus creencias ahora son distintas.
Los Schaible, ella de 44 años y él de 45, son miembros de tercera generación de una pequeña comunidad pentecostal, la Iglesia del Evangelio del Primer Siglo, en el noreste de Filadelfia, donde también daban clases en la escuela del templo. Les quedan otros siete hijos.
El juez Benjamin Lerner rechazó los argumentos de la defensa de que sus creencias religiosas "chocaban" con la orden judicial del 2011 para hacerles evaluaciones médicas anuales a sus hijos y llamar a un doctor si uno de ellos se enfermaba. La orden fue emitida después que un jurado los declaró culpables de homicidio imprudencial en el caso de la muerte de Kent, y fueron sentenciados a 10 años de libertad condicional.
"Abril de 2013 no era el momento de Brandon para morir", dijo Lerner, al tiempo que hizo notar la violencia cometida a través de la historia humana en nombre de la religión. "Ustedes mataron a dos de sus hijos... No Dios. No su Iglesia. No la devoción religiosa. Ustedes".
Los expertos dicen que aproximadamente una decena de niños estadounidenses mueren cada año al intentárseles curar por medio de la fe.
Los Schaible son la inusual pareja que pierde un segundo hijo de esa forma. Su pastor, Nelson Clark, culpó de la muerte de Kent a una "carencia espiritual" en la vida de los padres, e insistió en que ellos nunca buscarían atención médica, incluso si otro de sus hijos estuviera moribundo.
"Para mí era previsible que esto iba a ocurrir", dijo Joanne Pescatore, vicefiscal de distrito, que emprendió acciones judiciales en ambos casos. "Todo el mundo en el sistema le falló a estos niños".
Después de la primera muerte, ella y la abogada de oficio Mythri Jayaraman coincidieron en que las creencias de la pareja estaban tan arraigadas que sus hijos seguían en riesgo, por lo que le solicitaron al juez anterior que la familia fuera supervisada por un trabajador del Departamento de Servicios Sociales.
En lugar de ello, el juez los asignó a la supervisión de funcionarios de libertad condicional, que no están entrenados para monitorear el bienestar infantil.
Pescatore ha dicho que los síntomas de Brandon eran "pavorosamente similares" a los de Kent, incluida la respiración con dificultad y su negativa a comer.
"Nosotros creemos en la sanación divina, en que Jesús derramó su sangre para que sanáramos y en que murió en la cruz para romper el poder del demonio", dijo Herbert Schaible en una declaración ante la policía en 2013.
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