El artista chino Liang Kegang regresó de un viaje a Francia con un cargamento bastante valioso. No se trató de trufas, ni de un buen vino, sino de un pequeño frasco de aire puro, el cual fue subastado en 860 dólares.
La venta se hizo como protesta por la fuerte contaminación que aqueja a una de las ciudades más importantes de la nación China.
“El aire debería de ser el producto más barato, gratuito para cualquiera, incluso un vagabundo”, señaló el artista en una entrevista. “Esta es mi manera de cuestionar el aire contaminado de China y expresar mi desagrado”.
La obra “artística” de Liang es parte de una serie de eventos que reflejan la inconformidad ante la alta polución en la nación asiática, muy por encima de las normas aceptadas por la ONS:
Aunque los líderes políticos han hecho el compromiso de limpiar el aire de China, la tarea es sumamente difícil ante el desarrollo industrial de dicha nación.
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