Activistas en pro de los inmigrantes no autorizados en Estados Unidos están preparando un esfuerzo final para persuadir a la Cámara de Representantes a que apruebe una reforma migratoria a mediados de año por considerar que es una última oportunidad que pronto desaparecerá.
Si no tienen éxito para agosto, la mayoría considera que cualquier oportunidad de aprobación de la ley habrá desaparecido en el año, y la atención se centrará en el presidente Barack Obama para ver si actúa por su cuenta con el fin de disminuir las deportaciones y encontrar una solución al estatus de los 11,5 millones de personas que viven sin permiso en el país.
El enfoque renovado en la cámara baja dominada por los republicanos se produce en medio de rumores de que la ley de inmigración —considerada prácticamente muerta a principios del año— está mostrando algunos indicios de vida. Los activistas apuntan a comentarios recientes de un puñado de republicanos, entre ellos el presidente de la cámara baja John Boehner, que indican interés en que sea aprobada.
Mientras tanto, el representante Mario Díaz Balart, republicano de la Florida y principal impulsor de la ley en el partido, ha estado tratando de conseguir el respaldo de correligionarios a propuestas que él ha redactado que lidian con formas de hacer cumplir las leyes y dar un estatus legal para quienes no lo tienen. Dice que tras años de esfuerzos ha conseguido un equilibro que pudiera conseguir el apoyo de ambas partes en el debate.
"Pienso que finalmente tenemos la fórmula adecuada, y por ello me siento más optimista que nunca", dijo Díaz Balart.
Activistas hicieron notar que las primarias para las elecciones legislativas de noviembre muy probablemente habrán concluido a finales de junio, librando a algunos representantes republicanos de la amenaza de un reto de la derecha y quizás permitiéndoles lidiar con un asunto tan controversial como la inmigración.
Cabilderos del sector empresarial y otros buscan ahora aumentar las presiones sobre representantes republicanos específicos que pudieran respaldar las gestiones de reforma a la inmigración, o al menos no oponerse públicamente, con el objetivo de crear una ola de apoyo que daría a Boehner el espacio que necesita para actuar. Algunos cabilderos dicen que pueden contar con numerosos republicanos que les respaldarían.
La renovada actividad se produce 10 meses después de que el Senado aprobó una propuesta bipartidista que incluye miles de millones de dólares para seguridad fronteriza, nuevos programas de visas para atraer trabajadores a Estados Unidos y una vía para la naturalización de millones de inmigrantes no autorizados que se encuentran en el país. Existe un acuerdo generalizado entre la cúpula republicana de que el asunto se ha convertido en un lastre para el partido porque los aleja de los hispanos, un bloque de votantes de rápido crecimiento. Una amplia coalición formada por grupos empresariales, granjeros, sindicatos y otros está presionando en favor de la reforma.
Pero los mismos factores que han hecho de la reforma un reto desde el principio aún persisten. Para muchos republicanos en la cámara baja que representan distritos habitados en su mayoría por personas de raza blanca hay poco incentivo político para actuar. Y existe un pequeño pero activo grupo de republicanos que se oponen a cualquier gestión de reforma y que, presionados por algunos conservadores como la conductora radiofónica Laura Ingraham, han prometido dar todos los pasos posibles para rechazarla.
El representante republicano Raúl Labrador, de Idaho e importante voz conservadora sobre el tema, dijo que habría "una guerra civil" si Boehner trata de realizar una votación sobre la ley de reforma. Un asistente de la cámara dijo que no había planes para someterla a debate en el pleno a mediados de año.
Si no tienen éxito para agosto, la mayoría considera que cualquier oportunidad de aprobación de la ley habrá desaparecido en el año, y la atención se centrará en el presidente Barack Obama para ver si actúa por su cuenta con el fin de disminuir las deportaciones y encontrar una solución al estatus de los 11,5 millones de personas que viven sin permiso en el país.
El enfoque renovado en la cámara baja dominada por los republicanos se produce en medio de rumores de que la ley de inmigración —considerada prácticamente muerta a principios del año— está mostrando algunos indicios de vida. Los activistas apuntan a comentarios recientes de un puñado de republicanos, entre ellos el presidente de la cámara baja John Boehner, que indican interés en que sea aprobada.
Mientras tanto, el representante Mario Díaz Balart, republicano de la Florida y principal impulsor de la ley en el partido, ha estado tratando de conseguir el respaldo de correligionarios a propuestas que él ha redactado que lidian con formas de hacer cumplir las leyes y dar un estatus legal para quienes no lo tienen. Dice que tras años de esfuerzos ha conseguido un equilibro que pudiera conseguir el apoyo de ambas partes en el debate.
"Pienso que finalmente tenemos la fórmula adecuada, y por ello me siento más optimista que nunca", dijo Díaz Balart.
Activistas hicieron notar que las primarias para las elecciones legislativas de noviembre muy probablemente habrán concluido a finales de junio, librando a algunos representantes republicanos de la amenaza de un reto de la derecha y quizás permitiéndoles lidiar con un asunto tan controversial como la inmigración.
Cabilderos del sector empresarial y otros buscan ahora aumentar las presiones sobre representantes republicanos específicos que pudieran respaldar las gestiones de reforma a la inmigración, o al menos no oponerse públicamente, con el objetivo de crear una ola de apoyo que daría a Boehner el espacio que necesita para actuar. Algunos cabilderos dicen que pueden contar con numerosos republicanos que les respaldarían.
La renovada actividad se produce 10 meses después de que el Senado aprobó una propuesta bipartidista que incluye miles de millones de dólares para seguridad fronteriza, nuevos programas de visas para atraer trabajadores a Estados Unidos y una vía para la naturalización de millones de inmigrantes no autorizados que se encuentran en el país. Existe un acuerdo generalizado entre la cúpula republicana de que el asunto se ha convertido en un lastre para el partido porque los aleja de los hispanos, un bloque de votantes de rápido crecimiento. Una amplia coalición formada por grupos empresariales, granjeros, sindicatos y otros está presionando en favor de la reforma.
Pero los mismos factores que han hecho de la reforma un reto desde el principio aún persisten. Para muchos republicanos en la cámara baja que representan distritos habitados en su mayoría por personas de raza blanca hay poco incentivo político para actuar. Y existe un pequeño pero activo grupo de republicanos que se oponen a cualquier gestión de reforma y que, presionados por algunos conservadores como la conductora radiofónica Laura Ingraham, han prometido dar todos los pasos posibles para rechazarla.
El representante republicano Raúl Labrador, de Idaho e importante voz conservadora sobre el tema, dijo que habría "una guerra civil" si Boehner trata de realizar una votación sobre la ley de reforma. Un asistente de la cámara dijo que no había planes para someterla a debate en el pleno a mediados de año.
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