Alina Fernández Revuelta, hija de Fidel Castro, aseguró que la inversión de $120,000 para conseguir una casa en Kendall, sobre la que pendía una hipoteca sin pagar de $1.6 millones, era una estafa. Sin embargo, quien concibió el plan, Alberto Valdés, describió la situación como un negocio que salió mal por diferencias entre inversionistas.
Han pasado tres años desde que Fernández realizó su inversión y hasta la fecha no ha recuperado unos $100,000 que abonó. En la actualidad se encuentra vigente una demanda civil que interpuso por fraude en el 2012.
Fernández demandó a Valdés, a la vendedora de bienes raíces Astrid Bernal y al antiguo propietario de la casa, Gabriel Torres, sin embargo, el tribunal no ha emitido ningún fallo al respecto.
Asimismo, se conoció que tampoco ha concluido el caso criminal por fraude organizado, robo y falsificación que se inició contra Valdés.
Max Zaretsky, abogado especializado en derecho inmobiliario, asegura que todo podría tratarse de una estafa o como "un plan de negocio terrible".
"A los jueces no les gusta la idea de dar gratis una casa. Han utilizado algunas ideas creativas para sortear el estatuto de limitaciones y algunas han sido exitosas", dijo Zaretsky.
Según el jurista los pocos casos que han triunfado se deben en general a que el banco no contesta a la demanda.
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