Después de hacerle un gesto obsceno a una carcelera en la prisión neoyorquina de Rikers Island, el recluso Bradley Ballard, mentalmente inestable, fue encerrado solo en su celda durante 7 días y le fue negada parte de su medicación, tras lo cual taponó el inodoro para que inundara el lugar, se desnudó y se ató una banda elástica en los genitales.
En ese periodo, los carceleros pasaron frente a la celda de Ballard en la unidad de observación mental decenas de veces y miraron por la ventanilla de la puerta de acero aunque sin entrar una sola vez, hasta que fue demasiado tarde.
Ballard, de 39 años, fue encontrado desnudo y sin sentido en el piso de su celda, cubierto de heces, con los testículos inflamados y una infección generalizada. Fue llevado a un hospital, pero falleció horas después.
"No debería haber abandonado este mundo de esa forma. Podrían haberlo llevado a un hospital mental, darle algún tratamiento", dijo la madre de Ballard, Beverly Ann Griffin, desde su domicilio en Houston, Texas. "Era un joven muy atento".
La muerte de Ballard en septiembre, detallada en documentos obtenidos por The Associated Press y en entrevistas con dos funcionarios municipales que hablaron en el anonimato, ocurrió 5 meses antes que otro recluso de Rikers en una unidad mental similar falleciera en una celda con más de 38 grados centígrados (101 grados F) debido a un desperfecto del sistema de calefacción.
Los especialistas sostienen que la muerte de Ballard es solamente el último ejemplo de la escasez de medios del sistema municipal de prisiones para atender a los reclusos con dolencias mentales, que son aproximadamente el 40% de los 12.000 presos en la mayor ciudad del país. Un tercio de esos reclusos sufre graves dolencias mentales como esquizofrenia y trastornos bipolares.
En el caso de Ballard, su familia dijo que fue diagnosticado como esquizofrénico hace más de 10 años, además de ser diabético.
Ante la ola de críticas encarada por las condiciones de Rikers, el alcalde Bill de Blasio prometió que serían adoptadas reformas. El vocero del Departamento de Prisiones, Robin Campbell, dijo el miércoles en una declaración que el caso de Ballard es investigado. Agregó que los funcionarios del departamento siquiátrico y el de prisiones realizan reuniones en cada cambio de turno de carceleros a fin de analizar los casos como el de Ballard y elaboran otras medidas "para que no vuelva a ocurrir una tragedia similar".
Se requerirán más análisis para determinar la causa del fallecimiento de Ballard, dijo la oficina del forense.
En ese periodo, los carceleros pasaron frente a la celda de Ballard en la unidad de observación mental decenas de veces y miraron por la ventanilla de la puerta de acero aunque sin entrar una sola vez, hasta que fue demasiado tarde.
Ballard, de 39 años, fue encontrado desnudo y sin sentido en el piso de su celda, cubierto de heces, con los testículos inflamados y una infección generalizada. Fue llevado a un hospital, pero falleció horas después.
"No debería haber abandonado este mundo de esa forma. Podrían haberlo llevado a un hospital mental, darle algún tratamiento", dijo la madre de Ballard, Beverly Ann Griffin, desde su domicilio en Houston, Texas. "Era un joven muy atento".
La muerte de Ballard en septiembre, detallada en documentos obtenidos por The Associated Press y en entrevistas con dos funcionarios municipales que hablaron en el anonimato, ocurrió 5 meses antes que otro recluso de Rikers en una unidad mental similar falleciera en una celda con más de 38 grados centígrados (101 grados F) debido a un desperfecto del sistema de calefacción.
Los especialistas sostienen que la muerte de Ballard es solamente el último ejemplo de la escasez de medios del sistema municipal de prisiones para atender a los reclusos con dolencias mentales, que son aproximadamente el 40% de los 12.000 presos en la mayor ciudad del país. Un tercio de esos reclusos sufre graves dolencias mentales como esquizofrenia y trastornos bipolares.
En el caso de Ballard, su familia dijo que fue diagnosticado como esquizofrénico hace más de 10 años, además de ser diabético.
Ante la ola de críticas encarada por las condiciones de Rikers, el alcalde Bill de Blasio prometió que serían adoptadas reformas. El vocero del Departamento de Prisiones, Robin Campbell, dijo el miércoles en una declaración que el caso de Ballard es investigado. Agregó que los funcionarios del departamento siquiátrico y el de prisiones realizan reuniones en cada cambio de turno de carceleros a fin de analizar los casos como el de Ballard y elaboran otras medidas "para que no vuelva a ocurrir una tragedia similar".
Se requerirán más análisis para determinar la causa del fallecimiento de Ballard, dijo la oficina del forense.
No hay comentarios:
Publicar un comentario