Médicos estadounidenses realizarán, por primera vez en la historia, experimentos para que los pacientes entren en “suspensión animada”, un estado donde las personas no están vivas, pero aún no han muerto.
La innovadora técnica para ganar tiempo y salvar a pacientes con heridas graves será aplicada en el Hospital Presbiteriano UPMC en Pittsburgh, Pensylvania, y la usarán inicialmente en 10 pacientes cuyas heridas de otro modo serían letales.
Los médicos aplicarán la técnica conforme se presenten los casos a lo largo de las próximas semanas.
Esta implica sustituir la sangre de un paciente con una solución salina, que enfría rápidamente el cuerpo y detiene casi toda la actividad celular, por lo que necesitarán menos oxígeno para sobrevivir.
Durante el tiempo que el cuerpo se mantenga en este estado, los médicos trabajarán para solucionar “problemas estructurales” causados por lesiones de cuchillo o bala.
“Estamos suspendiendo la vida, pero no nos gusta llamarlo animación suspendida porque suena a ciencia ficción”, dijo Samuel Tisherman, cirujano en el Hospital Presbiteriano UPMC.
“Así que lo llamamos preservación de emergencia y reanimación”, explicó Tisherman en declaraciones a la revista científica New Scientist.
“Si un paciente llega a nosotros dos horas después de la muerte, ya no se le puede volver a la vida”, explicó el cirujano Peter Rhee de la Universidad de Arizona en Tucson, que ayudó a desarrollar la técnica.
“Pero si se está muriendo y lo colocas en suspensión, entonces se tiene la oportunidad de traerlos de vuelta después de que sus problemas estructurales se han arreglado”, indicó Rhee en declaraciones también a New Scientist.
Los beneficios del enfriamiento del cuerpo o la hipotermia inducida se han conocido durante décadas.
A temperatura normal del cuerpo, alrededor de 37 grados centígrados, las células necesitan un suministro de oxígeno para producir energía.
Cuando el corazón deja de latir, la sangre ya no lleva el oxígeno a las células. Sin oxígeno el cerebro solo puede sobrevivir por cinco minutos antes de que el daño sea irreversible; sin embargo, a temperaturas más bajas, las células necesitan menos oxígeno, porque las reacciones químicas son más lentas.
En la literatura médica existen casos registrados de personas que han caído en “animación suspendida” de forma accidental, como el de Ericka Nordby, una joven canadiense que en el invierno de 2001 salió de su casa sin estar bien abrigada y su corazón se detuvo dos horas.
Aunque la temperatura de su cuerpo había descendido a 16 grados centígrados, fue rescatada y regresó a la vida después de que había muerto congelada.
Otro caso es del japonés Mitsutaka Uchikoshi, quien se quedó dormido en la nieve en 2006. Fue hallado 23 días después con una temperatura corporal de 22 grados centígrados y luego fue reanimado y recobró su estado normal.
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