Este lunes, el Gobierno de Barack Obama develó la pieza clave de su agenda contra el cambio climático, un plan para reducir sustancialmente las emisiones de CO2 en las plantas de energía cuestionado por algunos sectores en Estados Unidos pero que podría impulsar las negociaciones internacionales sobre la materia.
La propuesta consistirá en reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de las centrales termoeléctricas de Estados Unidos un 30 por ciento para 2030 con respecto a los niveles de 2005, según han adelantado varios medios.
La directora de la Dirección de Protección Medioambiental (EPA), Gina McCarthy, se encargará de hacer el anuncio en una conferencia de prensa sin la presencia de Obama, que el domingo telefoneó a varios legisladores demócratas para "agradecerles su apoyo" a la iniciativa, según la Casa Blanca.
La nueva normativa se emitirá mediante una orden ejecutiva de Obama y permitirá que cada estado de Estados Unidos fije su combinación de fuentes energéticas según sus necesidades.
Por tanto, se espera que, en lugar de cerrar inmediatamente plantas térmicas (consideradas las más contaminantes), los estados puedan, por ejemplo, aumentar su producción de energías renovables o intercambiar permisos de emisiones con otros estados.
Las metas de recorte de emisiones variarán además de unos estados a otros, mientras que a escala federal habrá un objetivo intermedio de reducción del 25 por ciento de las emisiones para 2020, además del final del 30 por ciento para 2030.
"Será un enfoque flexible y de sentido común para recortar la contaminación dañina, proteger la salud pública, continuar con el crecimiento económico y espolear la innovación", indicó la EPA en su convocatoria para la conferencia de prensa.
La nueva normativa regulará las emisiones de CO2 de cientos de centrales eléctricas alimentadas con combustibles fósiles, incluidas las alrededor de 600 plantas de carbón.
Está previsto que el plan comience a aplicarse en junio de 2015, es decir un año después de su anuncio, tras haber superado un periodo de revisión y comentarios de los ciudadanos.
Varios legisladores republicanos han expresado ya su rechazo a la medida, mientras que la Cámara de Comercio estadounidense ha pronosticado que costará unos $50,000 millones al año a la economía y aumentará los costes de la energía.
Obama lanzó formalmente el sábado su campaña para reducir las emisiones contaminantes al destacar el impacto que tienen en la salud, y este lunes participará en una conferencia telefónica con grupos de salud públicos para explicar las medidas.
En sólo el primer año que estén en efecto estos estándares, se evitarán casi 100,000 ataques de asma y 2,100 ataques al corazón, y esas cifras seguirán subiendo", aseguró Obama el sábado.
Pese a la oposición interna, las medidas anunciadas este lunes pueden colocar a Estados Unidos en una situación de ventaja para la conferencia de la ONU de París en 2015, donde se debe adoptar un acuerdo global vinculante sobre las emisiones globales de dióxido de carbono.
El pasado mes de enero, la Comisión Europea propuso un objetivo obligatorio de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero del 40 por ciento para 2030, si bien en ese plan global son claves las políticas que implemente China, el país que más CO2 emite a la atmósfera.
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