Cuando las autoridades hallaron el cadáver de un niño de 11 años en el sur de Texas, el número de teléfono de su hermano estaba escrito en el interior de la hebilla de su cinturón.
El chico, vestido con jeans de "Angry Birds", botas de cuero negro y un rosario blanco alrededor del cuello, provenía de Guatemala, y aparentemente se perdió en el desierto de Texas, a pocos kilómetros de la frontera con México y a menos de una milla de la casa más cercana.
Aunque cientos de inmigrantes mueren cruzando la frontera entre México y Estados Unidos cada año, el descubrimiento del cadáver descompuesto de Gilberto Francisco Ramos Juárez en el Valle del Río Grande este mes ha dejado en claro las consecuencias y peligros de la migración de menores de edad que viajan solos, mientras el gobierno trata de manejar a cifras nunca antes vistas de menores que ingresan ilegalmente en el país.
El lunes, el presidente Barack Obama anunció que no esperará a que los legisladores republicanos actúen sobre la inmigración y que avanzará por su cuenta para hacer cambios en las políticas para la que ha sido una de las prioridades de su segundo mandato. Obama dijo que decidió soslayar al Congreso después que el presidente de la Cámara de Representantes John Boehner le informó la semana pasada que la cámara no votará una reforma a las leyes migratorias este año.
Más de 52,000 menores de edad sin acompañantes adultos han sido detenidos al entrar ilegalmente a Estados Unidos desde octubre, creando lo que Obama ha calificado como una crisis humanitaria urgente. La mayoría son de Centroamérica y gran parte de ellos cruza por el Valle del Río Grande, en el extremo sur de Texas.
Los investigadores pudieron establecer contacto con el hermano del niño en Chicago gracias al número telefónico en su hebilla. No es raro que los inmigrantes pongan teléfonos de sus familiares en su ropa porque los pedazos de papel se pueden perder durante su viaje.
El hermano dio el teléfono de su padre en Guatemala y con la ayuda del consulado guatemalteco el padre presentó una declaración jurada en la que identifica el cadáver por su ropa, incluyendo sus pantalones de mezclilla, botas y el rosario.
La causa de muerte no ha sido determinada, pero las autoridades sospechan de un golpe de calor, dijo Guerra. La autopsia que se le realizó no mostraba señales de traumatismos y un patólogo estimó que el cadáver había estado ahí cerca de dos semanas. Hasta que la familia confirmó su edad, las autoridades pensaban que era un adolescente mayor.
La última vez que la familia del niño en Chiantla, en el departamento de Huehuetenango, Guatemala, supo de él fue 25 días antes de que apareciera su cadáver. En ese entonces estaba en Reynosa, México, esperando a cruzar la frontera. Su padre le dijo a las autoridades que el chico estaba viajando con un coyote.
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