Antes de que los radicales islámicos decapitaran brutalmente al periodista americano James Foley, habían demandado $132 millones tanto a su familia como a la empresa para la que él trabajaba.
La amenaza del grupo islámico extremista ISIS comenzó el verano pasado con mensajes dirigidos a la familia de Foley y al Global Post, diario donde trabajaba Foley, relató el jefe ejecutivo de dicho diario, Philip Balboni, a el Wall Street Journal.
Balboni no quiso comentar la respuesta a la solicitud de los yihadistas y se limitó a señalar que todas las comunicaciones con los captores fueron compartidas con las autoridades estadounidenses.
Las primeros comunicaciones eran escasas, algunas con demandas políticas y otras financieras, hasta que la semana pasada enviaron un correo lleno de odio diciendo que Foley moriría si no atendían sus peticiones.
"El mensaje era incisivo y lleno de odio contra Estados Unidos. Era seriamente amanazante", dijo Balboni a CNN.
La familia de Balboni respondió el correo electrónico pidiendo clemencia para Foley y más tiempo, pero ellos no escucharon.
A inicios de verano Estados Unidos intentó rescatar al periodista. Comandos de élite de la fuerza Delta y el equipo 6 de mar, aire y tierra de la Armada lo buscó en territorio sirio sin éxito.
Estados Unidos se apegó a su política de no negociar con terroristas. A comparación de otros países europeos que han rescatado a sus ciudadanos pagando las demandas económicas de los radicales, Estados Unidos y Gran Bretaña son países que se han negado a financiar con grupos terroristas aún cuando sus ciudadanos están en peligro de muerte.
Este año cuatro franceses y tres españoles cautivos fueron liberados de grupos de Al Qaeda luego de que sus naciones transfirieron las demandas económicas a los grupos terroristas.
De acuerdo a un reporte de el New York Times, en los últimos cinco años, los grupos terroristas de Medio Oriente han recaudado cerca de $125 millones en los rescates de cautivos.
Foley, de 40 años, fue secuestrado en noviembre de 2012 cuando se dirigía a la frontera con Turquía, y aunque en un principio se pensó que estaba en manos de milicias progubernamentales, más tarde se supo que estaba retenido por los yihadistas de EI en Siria.
En el video de su decapitación, el verdugo de Foley aparece junto a otro periodista estadounidense secuestrado, Steven Joel Sotloff, y cuya vida "depende de la próxima decisión de (presidente Barack) Obama", según el militante de EI.
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